.

.

viernes, 13 de julio de 2012

Disertación Histórica (I)

Bartolomé Sánchez de Feria y Morales (Córdoba, 1719-1783) fue un erudito cordobés que durante un cuarto de siglo ejerció su profesión de médico en Castro del Río. Estudiante por deseo de sus padres de Teología y Filosofía en el Seminario San Pelagio de Córdoba, nunca llega a ordenarse, decantándose definitivamente por aprender medicina, estudios que sí consigue finalizar con éxito. En 1743 se traslada a nuestro pueblo como médico titular, donde, además, comienza a dar rienda suelta a una de sus grandes pasiones, el estudio de las antigüedades y de la historia. Inicia también aquí su producción literaria, que llega a alcanzar varios libros, entre los que se pueden destacar Palestra Sagrada o Manuale Medicum. Así mismo escribe algunas biografías (Vida de Sor Juana María de San Francisco una de ellas, como ya tuvimos ocasión de comprobar) y diversos tratados tanto de temática religiosa como relativos a su profesión. Como simple curiosidad decir que escribe también una Descripción en verso de los cuadros del Convento del Carmen, de la que en próximas fechas y relacionado con ella... puede que haya magníficas nuevas.

Así pues, tal como habíamos anunciado, comenzamos hoy a difundir otra de sus obras, la Disertación Histórica de nuestro pueblo que envía en 1749 a la Real Academia de la Historia para su publicación. Una copia de este manuscrito fue la que, hace ya fechas, puso nuestro colaborador S.S.Q.B.S.M a nuestra entera disposición para que la diéramos a conocer por este medio, deferencia que agradecemos humilde y sinceramente. Por pura lógica no vamos a publicar todo el libro, sólo aquellos capítulos que, como cofrades que perseguimos ser, más nos puedan interesar. Comenzamos hoy, por tanto, con el primero de ellos. En sucesivas entregas más. 

P.S. Todo aquél que esté interesado en poseer una copia del manuscrito no tiene más que dirigirse a la Biblioteca Nacional y preguntar por él. Por un módico precio se puede conseguir una vez queden resueltos los consiguientes trámites. En la primera página del libro viene la signatura.

martes, 10 de julio de 2012

Las siete diferencias

Entre los diarios sobresaltos producidos por la imparable subida de la prima de riesgo, entre los jardines encharcados en los que sin necesidad me meto, entre los profusamente embarrados que a la fuerza me meten y entre los mil y un asuntos de menor enjundia e importancia con los que siempre vienen cargados los días, tengo este humilde espacio crucero completamente abandonado. Para colmo, y por más llamamientos que hago, no hay ningún alma caritativa que sea capaz de coger unas pocas fotos, escribir unas cuantas líneas y compartirlas con todos los que quieran verlas y leerlas. Qué le vamos a hacer. Seguir en el tajo, qué remedio.

Menos mal que siempre hay alguien que me sigue teniendo en sus oraciones. Tal es el caso de un amigo que esta pasada semana me envió la curiosa imagen que vamos hoy a compartir. Según parece, es copia de otra que tiene una más que peculiar historia, casi novelesca, de ésas que salen en las películas y en algunos libros pseudo históricos de éxito en los que, viene a pelo, cualquier parecido con la realidad es mera coincidencia.  Si cualquier día se atreve, él mismo podría contarla aquí para conocimiento de todos.

El paso del tiempo ha popularizado esta imagen y, como tenéis ocasión de comprobar, somos infinidad los castreños que ya la conocemos, que la tenemos colgada en nuestras casas y que, incluso, la hemos reproducido por diversos medios técnicos y artísticos. Como supongo ya habréis imaginado, estoy hablando de otra más de las copias de la famosa acuarela de Pier María Baldi. Recordaros que este artista pertenecía al séquito de Cosme III de Médici, heredero del Gran Ducado de Toscana, que en la segunda mitad del S. XVII (1668-1669) estuvo realizando un viaje por España y Portugal. Baldi fue pintando panorámicas de todas las ciudades y pueblos en los que la comitiva se fue deteniendo, siendo Castro del Río uno de los lugares que afortunadamente quedaron inmortalizados.

lunes, 2 de julio de 2012

Por Miércoles, con cubrerrostro

Mientras esperamos pacientemente unas históricas buenas nuevas referidas a nuestra Hermandad, que en cuanto tengamos en nuestro poder serán publicadas, nada mejor para comenzar las entradas de este mes de Julio que unas imágenes del único de nuestros desfiles que, en esta pasada Semana Santa, la Divina Providencia nos dejó completar, el del Miércoles Santo, el de la Hermandad del Santísimo Cristo de la Buena Muerte en sufragio de las Ánimas Benditas del Purgatorio.

Al revisar en el día de ayer los distintos archivos fotográficos que en tiempo de Pascua nos fueron aportados, recordé la agradable sesión vespertina que tuvimos ocasión de compartir algunos hermanos tras nuestro Cabildo General de Cuentas del pasado 3 de Junio. Reunidos fraternalmente en un establecimiento hostelero de nuestra localidad, y ya de manera mucho más informal, estuvimos diseccionando minuciosamente, como tantas otras veces, los muchos pormenores que se producen en cada año cofrade. 

Dos de ellos ocuparon gran parte del tiempo de tan animada tertulia. El primero de los asuntos giró sobre la falsa polémica, creada y alentada interesadamente por los de siempre, respecto a una supuesta disyuntiva excluyente en las formas de llevar los pasos. Algunos comentarios y situaciones provocaron una "destornillante" hilaridad. No podía ser de otra forma. Se llegan a escuchar tantos disparates que no queda más remedio que engullirlos entre sonoras carcajadas. Criaturitas. Pero hombre, dejadlo ya, no veis que seguís pinchando en hueso.

El segundo de los temas de aquella tarde,  y que lleva algún tiempo circulando por los mentideros de nuestra  Hermandad, invita a una más serena reflexión. No es otro que el deseo de un grupo numeroso de hermanos de proponer a la consideración de todos un importante y significativo cambio respecto a las formas en nuestro desfile procesional del Jueves Santo, esto es, les gustaría que en lo sucesivo hiciéramos nuestra Estación de Penitencia con el rostro tapado, tal como sucedía al principio de los tiempos, práctica que, como sabéis, fue abolida por los distintos decretos de los llamados Obispos Ilustrados. Como la propuesta tiene sus detractores y sus defensores, sus pros y sus contras, aquí la dejo. Aquella tarde estuvimos dándole vueltas al asunto sin alcanzar ninguna postura común ni concluyente. Debate tiene el tema. Si alguien está interesado y quiere dar su opinión no tiene más que hacerlo. Os dejo con las fotos.