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viernes, 18 de mayo de 2012

Un expolio en el convento del Carmen

Hay días que al abrir el correo electrónico recibe uno muy gratas sorpresas. Tal llegó a sucederme hace un par de fechas. Un viejo participante de este crucero y humilde espacio me había enviado una de estas modernas misivas, la cual contenía una carta y un viejo documento publicado en 1857. Como no quiero añadir ni quitar  una sola coma os dejo con los documentos, no sin antes agradecer públicamente esta interesante colaboración  que dice así:

Estimado Sr. Millán:

Me han comentado que el pasado viernes día 11, nuestro párroco Don Ignacio Sierra aseveró en la reunión que el Sr. Obispo Don Demetrio Fernández González mantuvo con las Hermandades y Cofradías, que dicho encuentro se celebraba precisamente en la Iglesia del Carmen porque era allí donde se había iniciado la devoción pasionista en la villa del Guadajoz en las primeras décadas del siglo XVI.

Efectivamente, como es por casi todos conocido, la fundación del antiguo convento de Carmelitas Calzados de Castro tuvo lugar el día diez de octubre de 1555 gracias a la ayuda de los hermanos de la Cofradía de la Vera Cruz, los cuales cedieron sus casas y su propia ermita a la nueva comunidad religiosa, la que, con posterioridad, edificó sobre ellos parte de la actual Iglesia y convento.

Nada menos que doscientos ochenta años contemplan la estancia de la Comunidad de Carmelitas Calzados en nuestro pueblo, habiendo dejado para la posteridad a personajes de la talla de Fray Martín de Ossuna y Rus, Fray Juan del Mármol, Fray Jacinto de Espinar, Fray Simón Moreno Villafranca, Fray Francisco de Fuentes, Fray Andrés Rodríguez Carretero, Fray Juan de la Rosa, Fray Onofre Gutiérrez de Acuña, Fray Francisco Sánchez de Feria, Fray Juan de Castro o Fray Miguel Rodríguez Carretero Cordobés entre otros, los cuales destacaron con luz propia en el mundo de la Teología, de la Filosofía o de las Letras.

Ese notable discurrir de la orden del Carmelo en nuestra localidad, que tan loables frutos dio, se vio desgraciadamente interrumpido por la orden generalizada de exclaustración provocada por la promulgación de los reales decretos de 25 de julio y 11 de octubre de 1835, los cuales no sólo suprimieron los monasterios y conventos, sino que, además, negaron, de manera totalmente injusta y arbitraria, la existencia legal a las comunidades religiosas, prohibiendo a sus miembros, incluso, hacer vida común.

Como señala José Mª Jover la desamortización perseguiría un triple objetivo de índole político, económico y social. Social, porque privaba a los antiguos estamentos de su fuerza económica y preparaba la sustitución de la sociedad estamental por una sociedad de clases; político, por cuanto aumentaba, con los beneficiarios de estas políticas, las bases sociales partidarias del liberalismo, en contraposición a los absolutistas identificados con el carlismo; y económico porque, además de lo anteriormente señalado, permitía hacer frente a la deuda pública acumulada.

Sin embargo los resultados alcanzados no fueron los inicialmente perseguidos ya que en el terreno social, la mayor parte de los bienes desamortizados fueron comprados por la nobleza y por la burguesía adinerada; el sistema de enajenación de los bienes desamortizados, mediante la creación de grandes lotes de bienes, impidió, de facto, que los pequeños agricultores y campesinos pudieron pujar en las subastas. En síntesis, la desamortización no sirvió para mitigar la desigualdad social, ya que, de hecho, muchos de esos pequeños agricultores y campesinos resultaron perjudicados por las condiciones impuestas por los nuevos propietarios burgueses.

En el terreno político, el liberalismo ganó adeptos, particularmente entre los beneficiados por la reforma, pero también se creó un muro, infranqueable durante mucho tiempo, entre el pensamiento liberal y el catolicismo. A la vista de estas consecuencias, no resulta extraño ver cómo la nobleza de aquella época apoyó al liberalismo, y como otros muchos campesinos se hicieron antiliberales, o sea carlistas. Y por último, desde el punto de vista económico no solucionó el grave problema de la deuda pública española.

Desde otra óptica, la desamortización constituyó para el patrimonio histórico español un importante escollo del que no saldría muy bien parado. Las distintas disposiciones legales establecieron, más de manera utópica que real, medidas tendentes a conservar aquellos bienes históricos y artísticos procedentes de los conventos suprimidos y a paliar los graves daños que en muchos casos produciría su más que posible expolio. Con esta finalidad el Art. 7 del Real Decreto de 25 de Julio de 1835 excluía de los bienes aplicados a la extinción de la deuda a los archivos, bibliotecas, pinturas y demás enseres que puedan ser útiles a los institutos de ciencias y artes, así como también los monasterios y conventos, sus iglesias, ornamentos y vasos sagrados.

Es en este último orden de cosas, en el de las inadecuadas o inexistentes medidas tendentes a conservar de una manera efectiva el patrimonio artístico desamortizado, donde se puede incardinar el siguiente documento que adjunto le envío. Como verá es la Real Orden de su Majestad la Reina Isabel II, de 30 de abril de 1857, publicada en la Gaceta de Madrid, núm. 1583, de 6 de mayo de 1857, referente a la autorización, solicitada por el Juez de Primera Instancia de Castro del Río, para procesar al Alcalde, al Secretario de Ayuntamiento y a varios Concejales de dicho pueblo, por suponérseles excesos en el ejercicio de sus atribuciones con motivo del expolio realizado en las dependencias del extinto convento del Carmen.





 
Como habrá podido comprobar, de aquellos bienes expoliados sólo se conservan en la actualidad las rejas existentes en la planta baja del Ayuntamiento, que cierran sus cinco arcos, pero hay que preguntarse qué ha podido pasar con los cuadros y con el brocal del pozo, con fama de milagroso, llamado de San Blas.

                                                                              Afectuosamente,
                                                                                                           
                                                                                                                S.S.Q.B.S.M.


No me digáis que no es interesante. ¿Qué?... ¿cómo?... ¿que no se ve bien el qué?... ¡Ah, los documentos! Haberlo dicho antes, hombre. Como imaginé que tal hecho sucedería, precavido se los reenvié ayer a Michelna para que con sus programitas los pusiera en condiciones. Aquí los tenéis  legibles, alineados y cortaditos en columnas, para que nadie se pierda. A disfrutarlos.

P.S. Señor S.S.Q... De nuevo, muchas gracias por su participación. Para todo lo que usted quiera, este es su blog. Como comprenderá ese "todo lo que usted quiera" conlleva ciertas limitaciones, no vayamos a tenerla. Así que ya que estamos, por casualidad, ¿no tendría usted más cositas de este tipo, o de la Hermandad de la Vera Cruz, o mismamente de otras de la parte Castro, o por lo general de todo su término? Si así fuere, ya las esperamos con el ansia viva. Un saludo.


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